Nos da mucho gusto presentar esta obra de Joao Diniz, arquitecto de quien ya hemos presentado algunas obras en estas páginas. Lo relevante en este caso es la obra de arquitectura como acto y acción que contribuye a los sueños y a la vida no sólo de los arquitectos, sino de las personas necesitadas. Soy un convencido que el centro y objeto de nuestro oficio no es la obra publicada ni la obra construida, sino la obra habitada a plena satisfacción de las necesidades de los usuarios. Soy un convencido que estudiamos, trabajamos y soñamos para las personas que habitarán nuestros proyectos. Así, si nuestro trabajo contribuye sin aspiraciones excesivas, sino con humildad y a la escala real y posible, a mejorar la calidad y esperanza de vida de los más necesitados de nuestra tierra, será doblemente agradecido. Es el caso de este gimnasio inserto en un entorno tan poderoso como fecundo, que no renuncia a regalar la inequívoca mirada del arquitecto que nutre el esfuerzo y que logra, con pocos elementos y reducido programa, sembrar una semilla de esperanza.

F. Pfenniger