
Obra |
Centro de las Artes Aéreas
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Arquitectura |
Juan Luzoro, Roberto Mercado, Diego Pitters, Federico Novoa, Sergio Hidalgo, Claudio Águila. Justyna Skrobanska, Sergio Villalobos.
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Diseño |
Fachada textil: Desarrollada, fabricada y montada por Desmontables S.A.
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Ubicación |
La Reina, Santiago de Chile
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Período |
2010 - 2011
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Colaboradores |
Justyna Skrobanska, Sergio Villalobos.
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Sup. terreno |
1639,30m2
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Sup. construida |
700m2
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Materialidad |
- Estructura: perfiles tubulares de acero pintado - Membrana: Ferrari Stamisol FT 381 - Sistema de sujeción: ojetillos inoxidables y cuerda de Dacron.
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Web |
dx.cl
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El proyecto de las artes aéreas se posa sobre el plano construido que se ajusta a la topografía, acto primero y necesario de toda obra, con un edificio simple pero pleno de intención. El volumen, conformado por un espacio casi único (se complementa con servicios básicos: baños, cafetería), es regular y deriva de un paralelepípedo virtual al que se le han hecho algunas adiciones y sustracciones. Este espacio dominante es la sala de práctica de las artes aéreas y responde a sus requerimientos dimensionales. Sin embargo, más relevante que este espacio construido, resulta el espacio no construido que lo acompaña, la plaza de las artes aéreas, verdadero atrio a este simple templo de un arte nuevo, ligero, grácil. Lo gradúan la estructura y parte de la piel textil. Los arquitectos eligen una estructura leve en base a columnas y vigas de celosía de sección triangular confeccionada a partir de perfiles tubulares (ver perfiles conformados en frío). Una viga adicional idéntica a la que conforma el marco, regulable en la altura, completa las prestaciones necesarias para la práctica. El espacio construido está delimitado por paneles aislados de planchas de acero y alma de poliuretano. Sobre ellos, se tensa una piel textil que contribuye a la lectura de este volumen esencial y mejora su comportamiento térmico: las diferentes orientaciones reciben tratamientos diferenciados que combinan distintos componentes y densidades de materia. El edificio es consistente con la levedad del arte que se practica en su interior y convence, porque además –como declaran los autores- descansa sólo en parte en la materia: el resto es el ciudadano, el usuario. Es reflejo de las artes aéreas, demanda practicantes, pocos elementos que los aten a la tierra y precisión.
F. Pfenniger
La misión primera del edificio Centro de las Artes Aéreas fue situarse en la ciudad como un contenedor de cultura, en el cual el ciudadano pasa a formar parte fundamental de su funcionamiento, y es en esta relación donde el edificio se completa. De este modo el ciudadano pasa a ser un ente activo dentro del proyecto más que solo un observador.
La propuesta se fundamenta en la comunión de dos elementos arquitectónicos que soportan las actividades a desarrollar y posibilitan la solución a los problemas e intenciones planteados:
Un primer elemento, se genera a partir de la creación de una plataforma que busca amarrar la ciudad, el exterior, con la topografía existente, “acomodando el suelo” para enriquecer la intencionalidad primera de un edificio público, su plano noble, articulando las secuencias de recorrido desde las cuales se experimenta el edificio.
Luego, sobre el soporte generado se posa el contenedor del programa específico. Dicho contenedor responde a la necesidad de cobijar el espacio escénico junto a los espacios destinados a servicios. Su expresión volumétrica obedece al gesto de oscilación pendular de un cuerpo suspendido. Esta circunferencia virtual de 9 metros de radio es el requerimiento inicial del artista que, comulgando expresión y técnica, genera el espectáculo.
Las pieles de dicho contenedor reciben especial cuidado, éstas se modulan en densidad y materialidad, buscando ser fiel reflejo de las actividades que cobijan y la orientación hacia la que se disponen. Generar fachadas ventiladas con aislación adecuada hacia el poniente, buscar la luz y ventilación del norte y sur, son reconocimientos del sentido común de una arquitectura que se ubica dentro de los parámetros de la eficiencia energética.
Hacia el oriente el contenedor se desmaterializa y genera su operación más llamativa, donde la ‘ausencia’ toma protagonismo para dar cabida a la máxima expresión del edificio: la plaza aérea. Este espacio, en el cual se articulan el contenedor y la plataforma, es donde concurren las relaciones entre edificio y paisaje, el lugar público por excelencia, donde la propuesta toma sentido generando las relaciones que lo incluyen armónicamente en un sistema mayor de forma y significado.