Arquitectura en acero

El proyecto ordena la colección privada de la biblioteca en dos salas o naves contiguas  aprovechando la gran altura del edificio histórico en que se aloja y crea cuatro zonas relacionadas pero diferenciadas. Aprovechando la altura disponible los libreros se instalan siguiendo los grandes muros y disponiendo un pasillo perimetral a media altura que recorre el recinto dejando al centro el vacío de doble altura. La descripción y los planos parecen de toda lógica y orden: es la solución justa y adecuada y no deja lugar a dudas o interpretaciones ni espacio para sugerencias. Es lo que hay que hacer, lo que ya es un mérito y un acierto. Pero la diferencia está en cómo se resuelve esta propuesta básica. Y aquí se expresa la claridad conceptual y de diseño. El soporte básico lo entrega una estructura exenta de los muros en base a columnas y vigas laminadas doble T que estructura los libreros y el voladizo de la pasarela. El orden lo dan las bóvedas catalanas de la losa de cuyas viguetas se suspende el extremo en voladizo de la estructura que soporta el pasillo. La claridad conceptual se aprecia en la elección de los materiales, el acero inoxidable, el cristal y la madera que son el marco que hace posible el cometido de la intervención: la solidez conservadora del librero de madera; la transparencia opalescente del vidrio usado como piso que desafía el orden establecido pero regala fluidez; el acero de la estructura, con sus notas de acero inoxidable en el mobiliario, barandas y tensores. El color y el peso lo otorgan los lomos de los libros de la colección que colman las estanterías de piso a cielo, de muro a muro. Y claro, está la luz. La luz natural cenital, la luz natural de las ventanas que dan a los patios y las finas cintas de luces led que atienden los estantes destacando los libros y logrando acentos inesperados. Se agradecen los croquis que dan cuenta del proceso de proyecto, de las ideas y el humor del hombre de rojo que nos observa.

F. Pfenniger